En el desarrollo del plan de normalización en el uso y enseñanza de la lengua vasca, los centros educativos ponen en marcha diferentes actividades. En la mayoría de ellos los objetivos se centran en la mejora de las destrezas lingüísticas del alumnado.
Explicar una de esas actividades es el motivo de esta entrada. La actividad, denominada ipuingintza, consiste en la representación de cuentos. Los actores, estudiantes de secundaria, organizan su trabajo en dos fases.
En la primera fase, se dedican a leer y elegir los cuentos que mejor se adaptan a sus posibilidades. Una vez hecha la elección de los textos, empiezan a ensayar gestos, voces, frases... Los diálogos, al principio, resultan torpes, rígidos, ásperos, porque la memoria pone trampas y la inseguridad barreras engañosas.
A tropezones, avanzan las semanas y se aprecian los progresos, y, casi sin darse cuenta, llega el momento de actuar ante su público. Empieza la segunda fase, cuya premisa es sencilla: los actores tienen algo que contar, pero necesitan de un público que desee escuchar sus cuentos, que disfrute viendo su actuación, que se emocione, que les ayude a despertar al erizo dormilón, que les aplauda. Pero este público hace algo más que aplaudir, porque baila y canta con ellos, les da las gracias con regalos y besos, hace sonar los cascabeles del traje de arlequín y, movido por la curiodad, toquetea el maquillaje de sus caras. El alumnado de infantil es un público exigente y generoso, pero sobre todo con gran experiencia en finales felices.
Ipuingintza bada ipuinak kontatzea baino gehiago.
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