La adquisición de competencias, en general, por parte de los niños y las niñas de Infantil da lugar no sólo a que aumenten sus conocimientos sino a que puedan desarrollar diversas habilidades y nuevas destrezas además de proporcionarles recursos para poder participar activamente en su entorno. De ahí que los educadores insistan en el interés de las mismas como medio hacia la consecución de una formación integral del alumnado. Una formación integral que estará más cerca cuanto más desarrollada tenga el educando la dimensión afectiva, la física y cuanto más capacitado esté para relacionarse con el entorno. En cualquiera de estas dimensiones cobra una especial importancia la competencia lingüística.
Aunque la
adquisición de competencias, en general, no se realiza con exclusividad en el
contexto formal del centro educativo sino que poseen especial importancia los
contextos familiares y sociales de desarrollo de niños y niñas, admitimos que el
aula de Infantil se convierte para ellos y ellas en una representación de la
vida misma en donde deberá relacionarse para demandar lo que necesita, para
ofrecer lo que tiene o para satisfacer sus necesidades. Se convierte en un
escenario de interacciones donde conocerá diversos modos de relación y
comunicación que le permitirá conocerse a través de los demás, defenderse
cuando lo precise y organizarse de forma autónoma. Por ello, en este contexto o
en el familiar, la competencia lingüística, resulta de vital importancia, porque
con su adquisición podrá desarrollar con plenitud sus propias emociones y
conocer y reconocer las de aquellos que lo rodean.
Los alumnos de
Educación Infantil están acostumbrados en casa a obtener lo que quieren sin
esforzarse mucho en pedirlo. Este hábito es precisamente el que se debe
erradicar a través de esta competencia; se pretende, pues, que el niño y la
niña se comuniquen dentro de los contextos sociales que le rodean: la casa, el
aula, el parque, y con las diferentes personas con las que normalmente están:
iguales y adultos. El desarrollo de la competencia lingüística permitirá al
alumno tener un buen manejo de las tres destrezas comunicativas básicas:
hablar, leer y escribir
Resulta conveniente
no olvidar, en este sentido, la recíproca relación entre el pensamiento y el
lenguaje que aseguraba Vygotsky* (1977), que añadía como los dos siguen líneas
separadas e independientes hasta que ambas se encuentran y el pensamiento se
vuelve verbal y el lenguaje racional.
La escuela va a facilitar a niños y niñas de Infantil a
enriquecer su lenguaje gestual y corporal con el oral y el escrito, así como a
desarrollar y disfrutar de otros lenguajes como el artístico, el audiovisual o el
tecnológico, que les posibilitarán la adquisición de otras competencias
relacionadas con el propio conocimiento de sí mismo o hacia los demás. Saber
escuchar y saber expresarse en Educación Infantil supone comprender a quienes
le rodean y asegurarse de ser comprendido. Adquirir estas competencias es
similar a hacerse con una llave que le facilite una inserción en el medio
social en el que puedan expresar sus propios sentimientos así como regular su
conducta y adaptarse a situaciones nuevas. La competencia lingüística, al
permitirles el aprender a aprender, se convierte en la llave insustituible que
le otorgue nuevos aprendizajes.
Todos estos análisis parecen más que un razonable argumento
para exhortar al profesorado a que se forme en técnicas para desarrollar las
competencias lingüísticas de su alumnado, a que conozca nuevos recursos para
ello y, sobre todo, a que aprenda de sus iguales mediante el intercambio de
buenas prácticas y experiencias.
(*) Vygostky.
L. (1977): Pensamiento y lenguaje. Buenos Aires. Editorial La Pléyade.
Algunas
enlaces con propuestas prácticas para trabajar en E.I
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